The Time is Now

2005/11/04

$$$+-*/%

Es un desastre. Creo que un niño de 7... no, de 6... o incluso menos, tiene más idea que yo de cómo manejar un presupuesto. Si me hago la víctima puedo decir que nunca me enseñaron; pero, claro, eso es lo más fácil. Recuerdo que un tiempo tuve mesada, pero realmente no me desesperaba por comprarme nada, y los regalos de cumpleaño y navidad eran tan buenos que realmente no se me ocurría nada más que comprar.

Desde que comencé a trabajar la plata ha sido un fluir sin control, ningún control. Para empezar, vivo con mi familia, por lo que gastos fijos míos son casi nulos. Al principio recuerdo que me daban x lucas semanales, y yo ni siquiera saqué la cuenta para qué me podían servir, cuánto iba a ahorrar, etc.. Simplemente se acumulaban en mi billetera, y salían según la ocasión. Pero nunca he sido botarata, y como en esa época andaba bastante aislado y bajoneado, realmente las ocasiones en que necesitaba gastar eran muy escasas.

Tenía una cuenta de ahorro desde niño. Ya no me acuerdo qué saldo tenía en esa época, cuando comencé a recibir mi primera paga, que no puedo decir sueldo porque no estaba contratado.

Entonces la billetera simplemente comenzó a acumular por la sencilla razón que entraba más de lo que salía, y aunque no entraba mucho, con el paso de los meses se fue acumulando una cantidad que sería imprudente portar en efectivo. Así que recuerdo que guardé el grueso en un cajón en mi pieza y dejé en mi billetera sólo lo suficiente como para comprar algo en caso de necesidad. Porque para qué hablar de tarjeta de crédito ni cuenta corriente en esa época. Para nada. Simplemente efectivo.

Bueno, y siguieron pasando los meses y cuando ya lo que se juntó en el cajón fue considerable, pues dije, claro, se va a la cuenta de ahorro, y así fue.

Jamás llevé registro mental ni escrito de cuánto ganaba, cuánto gastaba y cuánto ahorraba. Simplemente andaba con x plata, la demás estaba en el cajón o se había ido al banco. Y cuando se acababa la de la billetera, que eran muy pocas veces, recurría al cajón. Pero lo más habitual es que no se alcanzaba a acabar antes que recibiera un nuevo pago.

Qué puedo decir... seguro que varios de quienes me leen sentirán envidia de lo que fue mi infancia y juventud, y es verdad que fue envidiable en ese y varios otros aspectos, pero como en todo, no se valora lo que se tiene sino cuando se deja de tener.

Bueno, ese primer ingreso que tuve cambió cuando me fui a trabajar a otra parte, también apitutado, pero haciendo algo que me entretenía mucho más. También fue para la risa el tema platas. O sea yo no tenía la más remota idea de cuánto era un sueldo apropiado para mis conocimientos y habilidades, y como había entrado con pituto, me conformé con lo que me asignaron. Al cabo de un año, más o menos, los mismos jefes consideraron que lo que me estaban pagando era muy poco para el buen desempeño que a su juicio yo había tenido. Así que sin moverme de mi escritorio, tuve mi primer aumento.

El tema gastos seguía igual que en un principio. O sea se acumulaba más de lo que gastaba, y cuando se acumulaba mucho, se iba a la cuenta de ahorro.

No me tomaba vacaciones, no me compraba mucha ropa ni nada muy caro. Algunos discos de música, algún concierto, pero muy de vez en cuando.

Después me pegué el salto, armé currículum y empecé a tomarme el peso en el mercado. Envié a varias partes, no sabiendo bien si la pretensión de renta era apropiada o no. Fueron tiempos de contracción de la economía, así que con los meses fui contrayendo mis pretensiones de renta, hasta que me llamaron a algunas entrevistas, y al final quedé en una empresa bastante conocida, pero en un cargo bien bajo.

Ahí estuve como un año y medio y luego me pegué otro salto, como de un 50% más. Eso me alimentó el ego, pero decreció aún más la necesidad de preocuparse por la plata. Seguía viviendo con mi familia y gastando poco, y simplemente ahorraba lo que sobraba, que ni siquiera me preocupaba de calcular cuánto era.

Para esa época mis padres se habían separado y a mi viejo le empezó a ir bastante mal, así que cayó de cajón que yo tenía que aportar en forma sustantiva. Así fue que de un día para otro me encontré con que casi todo mi sueldo se iba para mantener la casa. Sin embargo, a pesar de ello, lo poco que me quedaba me alcanzaba para mis gastos, y sobraba un tanto. La única diferencia fue que cuando no me alcanzaba para algo (que era típicamente algo suntuario para mí, no para la casa), pues esperaba uno o dos meses más y entonces ya tenía la plata necesaria.

Pasó otro año y medio más y me di otro salto, esta vez bastante fuerte, de un 100%. Así que con eso me relajé bastante y me preocupé tan solo de ordenar un poco los ahorros. De la cuenta de ahorro pasé a depósitos a plazo, luego fondos mutuos y más tarde a la cuenta dos de la AFP. Pero de los gastos jamás me preocupé. O sea, no es que gastara como país en guerra, por el contrario, siempre he sido poco tentado y ahorrativo, pero lo era como por hábito, no porque tuviera consciencia del presupuesto que manejaba.

Recuerdo hace unos años, por hobby, se me ocurrió leer algo de contabilidad. Por último, me dije, en cualquier parte es algo necesario. Así que fui a una biblioteca, pregunté por los textos más solicitados, los hojeé, leí un par de capítulos, y después fui a una librería y me compré el que me pareció mejor.

Estuve leyendo el libraco famoso, que me entretuvo un tanto (ultra perno, lo sé, pero es lo que hay), pero de ahí a llevar algo a la práctica, cero, absolutamente nada.

Así que recién hoy, ¡recién hoy!, pasados los 30, ¡los 30, sí!, me veo con que ya no tengo ingresos, que los ahorros se han consumido en forma importante, y que tengo que controlar gastos. Y resulta que me he complicado como si estuviera desentrañando el misterio del universo. Si me doy risa yo mismo. Pero está claro que el órgano que no se usa, se atrofia, y en mi caso la habilidad de manejar un presupuesto y controlar los gastos estaba absolutamente virgen, ni siquiera atrofiada.

Recuerdo hace unos años había hecho un resumen de las platas que tenía repartidas por ahí, pero más allá de eso, nada. Y aparte que eso lo hice en un momento puntual, pero no mantuve una continuidad, que me hubiera permitido desarrollar el hábito, tomarle el pulso al asunto.

Así que en pleno siglo XXI y pasadas las tres décadas, me veo ante el desafío de llevar las platas... Es como último, no?... Pero es lo que hay.

A propósito, ¿cómo se llamaba este blog? Bueno, por eso.

2 Comments:

At 11/05/2005 2:49 p. m., Blogger AstronautaFlotando said...

Je je eso de no tener ciertas responsabilidades te exime de tantas cosas, pero la necesidad es la madre de tantas cosas , así que ahora te tocó aprender a llevar tu contabilidad :) No es tan malo, sólo exige algo de atención y administración

 
At 11/05/2005 9:03 p. m., Blogger LaRomané said...

Hola!!!
Siento una sana envidia por la capacidad de ahorro que tienes o tenías?
HAce días que no me daba una vuelta por estos lares, y disfruté poniéndome al día.

Chau-Chau

 

Publicar un comentario

<< Home